Entre los árboles de Aguilar y las hojas que caen sobre Tres de febrero, una puerta de estilo antiguo, en composé con los colores del lugar y cristales repartidos desde la altura del picaporte, nos abre el apetito.
Objetos patinados que aparentan vejez, se apoyan sobre el piso de cemento alisado y se intercalan con las pequeñas incrustaciones hechas con pedazos de azulejos de colores.
En el medio del salón, una columna con pizarrones escritos con tizas de colores indican el menú del día. Pero si tenés que elegir, sentate a la hora del té. Tiene variedad de sabores, también podés elegir tomar mate.
Una vitrina que exhibe deleites, te tienta con: porciones de torta, budines de limón, cuadrados de chocolate y dulce de leche, magdalenas de banana bañadas con crema, arrolladitos; montones de manjares visuales y gustativos.
Atrás, unos estantes de madera ocupan toda la pared exponen una repertorio de frascos, llenos de amaretis, galletitas, grisines, trocitos de chocolate, nueces, almendras y más. De diferentes tamaños, con variedad de tapas, muchas medidas.
Herencia de Nucha, sobre la vereda de Aguilar, casi en esquina con Tres de febrero. Aguilar 2104.
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